jueves, 10 de septiembre de 2009

UNA NOCHE LOCA


Es un lugar en donde los años 70s, 80s y 90s reviven en las voces de las personas, ya que el lugar esta acondicionado para escuchar clásicos del Rock y las Baladas, aunque también se escuchan otros géneros musicales.
Allí, las miradas se empiezan a mezclar, haciendo que el ambiente tomé forma de remolino, como una especie de espiral que no deja escapar el deseo de los que lo visitan. Algunos en busca de una cita casual o aún mejor, una aventura, otros tratando de encontrar un sitio en donde dejar sus problemas y los demás con sus parejas; pero eso no es impedimento para que este remolino también los absorba.
En los fines de semana el lugar toma su máxima expresión, pues es en estos días cuando las personas salen de cacería.

Todo comienza con el silbido de una guitarra eléctrica y el estallido de una batería. Es en ese instante cuando empiezan a parecer los protagonistas de la noche, de los cuales, algunos empiezan a demostrar que su interés no solamente es tomar cerveza.
Luego de que las miradas empiezan a cruzar de un lado para otro las mariposas nocturnas hacen su entrada. Mirando con un enorme ego reflejado en sus rostros por su condición sexual, y haciéndoles ojitos a aquellos hombres que les parecen bonitos. Toman asiento y piden media botella de aguardiente, como para sentir el efecto del licor más rápido y así atreverse a ir en busca de una pareja.
El tiempo va pasando, atrayendo a una persona que por lo general no frecuenta el sitio, llegando en una camioneta y dando la impresión de tener mucho poder. Hace su parada en frente del lugar y con un gesto, hace que una de las muchachas que está sentadas en la barra del sitio se suba a su carro.
Este suceso pasa desapercibido, porque allí sólo hay lugar para la música y para las miradas, unas cargadas de erotismo y otras cargadas de desprecio.

Desde la barra, un joven como de veinte años no aparta la mirada de una mujer que aparenta haber pasado de los treinta no hace mucho. Ella está sentada con su novio y un par de amigos; pero esto no es impedimento alguno.
El Joven llama al mesero, le pide una servilleta y algo para escribir, apunta su número de celular y espera a que ella se pare para ir al baño. Cuando ésta se para, el sale disparado y se adelanta, llega a el baño de los hombres y espera que su objetivo se acerque. Antes de que ella entre al baño, él le da la mano y le pasa la servilleta con gran disimulo.
Ya son las dos de la mañana y el tiempo de cerrar se aproxima. En esta etapa de la noche, las mariposas empiezan a revolotear por todo el lugar, pues al parecer, el licor se les subió a sus antenas. Una de ellas, se posa en la barra junto al joven, como tratando de polinizarlo; pero lo que ella no sabe, es que él no es una flor, sino que es un lobo desesperado por la loba que desde la mesa lo mira con mucho deseo.
El mesero apaga la música y las mariposas vuelan de inmediato del lugar sin lograr una polinización. El joven se para y le hace señas a la mujer para que lo llame, demostrando su condición sexual y perdiéndose en medio de las calles.
La pareja de novios junto a los amigos se paran, la mujer mira al mesero y le sonríe, ya que este fue testigo de una noche de miradas penetrantes y de una posible aventura.
En seguida, una patrulla de la policía pasa, revisando que todos hayan cerrado los locales. En ese momento las calles se vuelven solitarias y el sitio en donde se forman los remolinos de miradas, duerme para poder afrontar una nueva noche de aventuras y deseo.

Por: Adonis Moncada Salas